Decisiones  cruciales...

Hemos recogido hace un mes un gato adulto asilvestrado en el marco de una operación de CES (Captura, Esterilización, Suelta) y creemos que podría ser capaz de socializarse. De hecho, ha empezado a jugar en su casa de acogida pero sigue bufándonos. Aunque su lugar de origen no es muy peligroso (jardines de una urbanización), creemos que vale la pena intentarlo para sacarlo de la calle. Nosotros no podemos quedárnoslo por temas varios (llegada de familia en verano, falta de experiencia en la socializción,...) por lo que os pedimos que lo acojáis y socialicéis para poder darlo en adopción.

Este tipo de solicitudes llegan constantemente a una protectora, por lo que nos gustaría puntualizar unos ideas que, esperamos, ayuden a todos a entender mejor el comportamiento del gato y el papel de una protectora.

1.-Un gato adulto es un ser completo y libre que tiene todo el derecho del mundo a vivir su vida a su manera

No es un peluche, no es un bebé sin autonomía ni capacidad de decisión. Es un animal adulto que puede decidir y nosotros sólo debemos ayudarle a que la decisión que él tome se respete. Si un gato asilvestrado nos bufa, no nos mira, nos evita, no interactúa con nosotros, nos está diciendo que no quiere ser socializado. No debemos forzar la socialización una vez castrado el gato, para encerrarle en una casa si su elección es la de ser libre, máxime si vive en una colonia que alguien alimenta. A menudo les tratamos como seres infantiles, queremos protegerles de los peligros (reales) de la calle y por eso nos empecinamos en socializarlos. Haciendo un ejercicio de empatía, deberíamos preguntarnos a nosotros mismos qué nos parecería que nos impidiesen llevar a cabo actividades que, aunque puedan encerrar un peligro, nos resultan altamente atractivas y a las que no queremos renunciar. ¿Alguién va a dejar de usar el coche por miedo a un accidente, va a dejar de viajar por miedo a un atentado terrorista,...? La vida misma es riesgo desde el primer momento y encerrarse en una burbuja protectora no es una opción válida ni para una persona ni para un gato.

Distinto sería que el gato esté herido/impedido, que no pueda valerse por sí mismo o que se trate de bebés que no pueden desenvolverse en la calle.

2.- Es importante esforzarse en analizar una situación sin que interfieran nuestras emociones Muchas veces, nos comentan que han cogido mucho cariño al gato recogido de la calle, que no quieren soltarlo, que les da pena,.... No deberíamos permitir que nuestras emociones se antepongan al interés del gato. Lo que está en juego es el futuro del gato y no el estado de ánimo que nos producirá la decisión que se va a tomar. No deja de ser muy egoista el decidir no soltar a un gato para nuestra propia tranquilidad, para sentirnos bien con nosotros mismos, para evitarnos preocupaciones a sabiendas que está a salvo. También es muy injusto, a la vez, para un gato que nos está pidiendo que le dejemos libre.

3.-Igual de importante es que cada uno asuma las responsabilidades derivadas de sus actos Cuando decidimos interferir en la vida de un animal y, por ende, modificar su curso, debemos asumir las responsabilidades que nuestra actuación va a acarrear. No es justo actuar y a continuación delegar esa responsabilidad en una protectora que no contaba con ello. Una protectora asume las consecuencias de las decisiones que toma y obligarla a asumir también las de todos los particulares que deciden recoger animales no es justo. Siempre ayudará a buscar una solución pero no puede cargar con todo. Las protectoras necesitan ayuda para dar solución a los cientos y cientos de casos que gestionan, no acudamos siempre a ellas para pedir ayuda sin ofrecer ideas, colaboración o solución. Necesitan más apoyo/ayuda que cualquier particular por la gran avalancha de casos que asume de forma continuada sin recibir ningún tipo de subvención por parte de las instituciones. Seamos todos responsables con nuestros actos.

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