Abby fue recogida por la perrera cuando tenía 2 meses, allí no conoció el contacto humano, por lo que se volvió una gata muy asilvestrada. Se fue a una casa de acogida en la que estuvo un año, pero no consiguieron que confiase en los humanos. Cuando llegó a nosotros era muy salvaje y le aterrorizaban los humanos. Poco a poco y con ayuda de Pintas, fue acercándose a los humanos y conoció lo fantásticas que son las caricias. Ahora es una gata encantadora que siempre está detrás de la puerta esperando a que llegues. Adora pasar tiempo con Pintas, jugar y que le rasquen la tripa. Es inseparable de su amiga Pintas, muy cariñosa y dulce. Se deja coger en brazos despacito y no sufre ninguna enfermedad.