Baylis no tiene medida, arranca a ronronear en cuanto se le toca y no sabe parar. Se recogió de los jardines de una urbanización donde se había quedado solo, abandonado y enfermo. Totalmente recuperado, no sabe ahora cómo agradecer este cambio en su vida y su cariño no tiene límites. Comparte hogar con otros 8 gatos con los que se lleva a las mil maravillas.