Romy junto con Otoño abandonadas en un descampado, con seguridad gatitas caseras, que adoran los mimos y arrancan a ronronear enseguida. Un poco tímidas al principio, necesitan un tiempecito hasta confiar plenamente en su entorno y en las personas pero pasado ese primer momento, se entregan por completo dando paso a su faceta más cariñosa y necesitada de compañía.