Éste es un tema que a menudo sale a relucir en los debates en torno a las diferencias entre perros y gatos. Estamos acostumbrados a que la mascota por excelencia, el perro, acuda a nuestra llamada y que lo haga de forma rápida, efusiva, entusiasta. El gato, sin embargo, reconoce su nombre, sabe cuando le estamos llamando pero a menudo decide no responder a esa llamada.
Estudios recientes achacan esta menor respuesta al desarrollo de su domesticación. Si bien los perros fueron domesticados hace más de 30.000 años y han interactuado con el humano desde entonces, la domesticación del gato es mucho más reciente y se situaría hace unos 9.000 años. Además, los perros se domesticaron para ayudar al cazador/recolector en parte de sus tareas y así fueron interactuando con él. Sin embargo, el gato empieza a relacionarse con el ser humano mucho más tarde, cuando éste ya es agricultor porque puede alimentarse de los roedores que amenazan las cosechas. Esto significa que fueron los gatos los que se domesticaron a sí mismos y se acercaron al hombre, mientras que en el caso del perro, fue el hombre el que lo domesticó. La forma en la que los gatos se han acercado al humano modifica su interacción con el hombre y explicaría de alguna manera que son animales más autónomos.
Por otra parte, no podemos obviar que son felinos, primos hermanos de los grandes felinos de los que solo les diferencia su tamaño, pero tienen alma de felino. No se someten, si reciben una orden (a saber si interpretan algo como una orden), no darán por sentado que tienen que obedecerla. Nosotros nunca seremos sus amos, sólo miembros de su familia. Nuestro gato acudirá a nuestra llamada si está justificada y si existe algún motivo para hacerlo. (Por ejemplo, vamos a darles una chuche, algo que le guste).
Recientemente, investigaciones de la Universidad de Lincoln (Reino Unido), tenderían a demostrar que la relación que une un gato a su dueño no está basada en la seguridad y la protección, sino en el cariño que siente por él. El gato es un animal autónomo que no se apoya en otros gatos para sentirse seguro, y trasladando, tampoco se apoya en su amo. Es decir que no valora a su dueño como fuente de protección ni de seguridad, lo valora como un igual al que puede respetar y querer pero no someterse.
Y la verdad, no sé si a todos os ocurre, pero tenemos que reconocer que uno de los rasgos de carácter que vuelven a los felinos tan atractivos y seductores es su falta de sometimiento a nosotros, esa gran habilidad suya que nos da la oportunidad de comprender que a un animal se le gana por el respeto, cariño, afecto y no por el sometimiento.