Existen muchas razones por las que los gatos cachorros (y no tan cachorros) pueden atacar y morder. En este caso concreto, descartada la posibilidad de que la gatita pueda tener algún tipo de problema de tipo veterinario (enfermedad, molestias, dolores,...) que la ponga nerviosa y agresiva dado que se comenta que está muy activa y adaptada, parece más probable que se trate de un tipo de agresión por juego. Los gatos son auténticas “máquinas de caza” con una gran dosis de energía que, en su hábitat natural, dedicarían a la caza para asegurar su supervivencia. Cuando en una casa se les proporciona comida, ya no necesitan cazar y van acumulando un exceso de energía al que, de alguna manera, tendrán que acabar dando rienda suelta. Una de las formas de quemar esa energía es jugar con ellos para liberarla. No vale dejarle juguetes por toda la casa si esos juguetes no se animan y no consiguen simular una presa en movimiento. Hay que jugar con ellos moviendo los juguetes, lanzándoselos, y simulando la caza de una presa. Pero las manos y los pies nunca pueden hacer las veces de juguetes. Si jugamos con las manos, le estaremos enseñando que nuestros pies y manos son presas que pueden ser cazadas. De ahí, esa conducta de agazaparse y tirarse a los pies para cazarlos. Para más inri, esta gatita no ha tenido oportunidad de aprender a controlar su mordida. Ha debido perderse este aprendizaje que suelen adquirir a través del juego con sus hermanos dado que la han recogido con tres semanas. Lo ideal hubiera sido que hubiese podido jugar y aprender a controlar la fuerza de su mordida jugando y mordiéndose con sus hermanos para asimilar hasta qué punto debe morder. Dado que se llevaba mal con las gatas adultas, éstas tampoco le habrán enseñado nada al respecto.
Para paliar este problema de comportamiento es muy importante que se juegue mucho con la gatita pero con juguetes diseñados para ello (cañas de pescar, pelotas, ratones,…) creando un escenario de caza en el que la gatita caza su presa.
Desde nuestra experiencia, creemos que lo ideal sería coger otro cachorrito en acogida para que tuviesen ambos la oportunidad de jugar juntos, pudieran desfogarse y aprendiesen a través del juego a controlar la fuerza de su mordida. Todavía estamos a tiempo de corregir este comportamiento.