Mi gato muere cuando lo acaricio

En realidad, se trata de un problema que se da a menudo en un gato, incluso siendo efectivamente él quien demanda caricias, se sube a nuestro regazo para que le acariciemos y al rato, puede mordernos o darnos un zarpazo.

Es una manera de demostrar su dominancia. El gato es el que controla la situación, el momento en el que quiere recibir esa caricia y en el que ya quiere dejar de recibirla.

No obstante, nuestro gato nos suele comunicar, llegado el momento, que ya no desea seguir siendo acariciado a través de su propio lenguaje. Si conocemos bien a nuestro gato, vamos a detectar enseguida dichas señales y anticiparnos a recibir una respuesta agresiva por su parte. Algunas señales de su lenguaje corporal nos van a indicar que ha llegado a su nivel de tolerancia, por ejemplo, ha dejado de ronronear, su cola está realizando movimientos rapidos y bruscos como sacudidas, su cuerpo cambia de posición, está tenso, tiene las orejas aplastadas y echadas hacia atrás, está gruñiendo.

Llegado ese momento, es importante no insistir y dejarle tranquilo, que se vaya o se quede con nosotros pero sin recibir más atención. No hay que insistir o agravaremos el problema. Lo vivirá como un acoso. No es una situación preocupante, simplemente nuestro gato ha recibido su cupo de caricias, está saciado y no quiere más.

A veces, nosotros mismos somos los que provocamos que el gato no acepte demasiadas caricias por hacerlo de una forma inadecuada. No debemos hacerlo con demasiada velocidad, ni fuerza, es muy importante hacerlo con mucha suavidad. Tampoco les gusta por igual recibirlas por todas las partes del cuerpo, la parte posterior de la cabeza, el cuello, son lugares donde les gusta ser acariciados. La tripa no es de las zonas que más les guste.

El castigo físico no debe utilizarse nunca, puede interpretar que le estamos desafiando y reaccionar más agresivamente. Si al final cada vez que interactúa con nosotros, siente que el desenlace es desagradable, dejará de hacerlo.

Y recordad siempre que los gatos son seres con entidad propia, a veces se nos acercan restregando su cabeza contra nosotros y parecen pedir caricias pero quizá sólo nos estén saludando como se saludan entre sí. Es una forma de demostrarnos el vínculo afectivo que les une a nosotros, somos sus amigos. Nosotros podemos interpretarlo como una necesidad de caricias y no forzosamente es así. Simplemente quieren estar con nosotros, cerca de nosotros pero sin que les cojamos en brazos o les acariciemos. Por ello no hay que sentirse frustrado o decepcionado, no es ningún ingrato.

Hay que aceptar que no es un peluche que se puede achuchar a todas horas. Si queremos conseguir que acepte más las caricias, habrá que intentar que las asocie a experiencias agradables (recompensarle con alguna chuche, por ejemplo). Se hará sólo cuando sea él quien venga a pedir mimos, se intentará prolongar un poco más el rato pero sin forzar nunca y dejando que se vaya si así lo desea.

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